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Entre un eclipse casi perdido y un viaje memorable. Entrevista con Richard Tresch Fienberg

Entre un eclipse casi perdido y un viaje memorable. Entrevista con Richard Tresch Fienberg

por Raúl Mújica García | Ago 27, 2023 | No. 6 Eclipses, Translúcido

El asteroide 9983 Rickfienberg fue nombrado en su honor. Recibió el premio “Walter Scott Houston” por sus “muchos años iluminando [a los astrónomos aficionados] y educando al público”, así como la medalla “NASA Exceptional Public Achievement” por brindar “un servicio excepcional a la nación en [sus] esfuerzos incansables para que el público observara de manera segura el eclipse total de Sol de 2017”. En entrevista para Obsidiana, Rick Fienberg nos cuenta sobre su amor por la astrofísica y los eclipses.

¿En qué momento te decidiste por la astrofísica?

Cuando tenía 12 años, en 1968, ocurrieron cuatro eventos muy importantes en mi vida: la misión Apolo 8; recibí un pequeño telescopio como regalo de cumpleaños; encontré un libro de Isaac Asimov llamado El Universo: desde la Tierra plana hasta los cuásares en la feria del libro de mi secundaria; y 2001: Una odisea del espacio se estrenó en los cines. Con esto me di cuenta de que deseaba estar relacionado con el espacio de alguna manera. Como cualquier niño en esa época, quería ser astronauta, pero sabía que no era algo sencillo de lograr. Entonces decidí convertirme en astrofísico.

De muy joven trabajaste en la misión Viking, incluso estuviste presente en el Centro de Control del JPL (Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA) cuando la Viking I aterrizó en Marte, sin embargo, para el posgrado te involucraste en la astronomía infrarroja (IR).  

A finales de los años 70 descubrí que había una rama de la astrofísica que estaba empezando, basada en mediciones en el infrarrojo con telescopios terrestres y espaciales. Apenas ingresé al posgrado en Harvard, busqué a uno de los principales investigadores en esa rama, Giovanni Fazio, quien al completar mis cursos me aceptó como asistente de investigación en su grupo. Trabajé en los primeros arreglos de cámaras IR y contribuí en la publicación de las primeras imágenes IR digitales. Luego propusimos trabajar en una cámara IR que, eventualmente, se convertiría en el Telescopio Espacial Spitzer, sin embargo, cuando la misión fue lanzada en 2003, ya me había enfocado en la redacción científica en Sky & Telescope (S&T).

Fuiste el primer escritor científico estadounidense en volar en el Observatorio Infrarrojo Aéreo (SOFIA), para observar la ocultación de una estrella por Plutón. Sobre este vuelo y muchos otros temas has escrito para S&T, donde trabajaste durante 22 años y fuiste editor en jefe. ¿Por qué decidiste dedicarte a la divulgación escrita? 

Mientras estaba en la universidad, trabajé como asistente de Owen Gingrich, un profesor maravilloso de astronomía que escribía artículos ocasionales para S&T; me invitó a colaborar con él y así descubrí que realmente disfrutaba escribir sobre astronomía para no científicos. Justo después de terminar la universidad surgió una oportunidad de trabajo en S&T y, con la experiencia en escritura y enseñanza que tenía, lo conseguí. Fue así como me adentré en la escritura científica.

Pasar por la vida sin experimentar algo tan hermoso e impresionante como un eclipse total sería como pasar por la vida sin enamorarse.

A la fecha se han repartido más de 250 mil Galileoscopios, un proyecto clave de la Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés) que co-lideraste. Otro de los proyectos que has llevado a cabo en educación es el Sun Funnel (Embudo solar), ¿cómo se desarrolló?

En colaboración con Chuck Butter y Lou Mayo escribimos un manual de cómo construir un sistema de proyección solar en una pantalla a través de un embudo acoplado a un telescopio. Los materiales necesarios se consiguen fácilmente a bajo costo; la construcción es sencilla, rápida y cualquiera la puede hacer, por lo que gustó mucho y aprobaron su publicación. No inventamos el sistema, los astrónomos aficionados ya habían usado cosas similares, sólo creamos una versión práctica.

Tu participación en el eclipse de 2017 fue notable, incluso recibiste un premio por tu contribución.

En el grupo de trabajo establecido para los eclipses solares por la Sociedad Astronómica Americana (AAS, por sus siglas en inglés) fui responsable de los mensajes de seguridad en la observación. Con colegas de la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio) recopilamos y difundimos la mejor información disponible. Publicamos también una lista de empresas fabricantes y distribuidoras de visores solares que cumplían con el nuevo estándar para filtros solares y dispositivos de observación que acababa de ser publicado, el ISO 12312-2. Recomendamos que se confiara exclusivamente en esta lista. Este esfuerzo dio frutos; la NASA informó que, de los 160 millones de estadounidenses que observaron el eclipse, hubo un número muy pequeño de reportes de heridas menores. Por ello, la NASA decidió otorgarme un premio.

Eres uno de los líderes del Grupo de Trabajo de Eclipses de la AAS. ¿Quiénes son y cómo se coordinan?

Nuestro objetivo principal es involucrar al público en la experiencia de los eclipses solares para que se sientan parte del Universo, aprendan y disfruten. Somos un grupo muy diverso de personas involucradas en actividades de divulgación científica, desde profesores y educadores, aficionados, integrantes de museos y planetarios, fabricantes de equipo astronómico, hasta agencias gubernamentales como la NASA y la Fundación Nacional de Ciencias (NSF, por sus siglas en inglés). También nos aseguramos de tener representantes tanto de medios formales como informales de enseñanza.

Obtenemos financiamiento de varias fuentes, entre ellas de talleres y actividades propias. Además, colegas del grupo, a través del Space Science Institute (Instituto de Ciencias del Espacio), convencieron a la Fundación Gordon y Betty Moor, para obtener ayuda y financiamiento privados. En 2017, la AAS financió, con una cantidad modesta, el desarrollo de nuestro sitio web y algunos viajes. La NSF contribuyó para proyectos de educación y divulgación y la NASA apoyó también algunos viajes a talleres.

¿Cuántos eclipses has observado?

He viajado para observar 14 eclipses solares totales, pero dos no los pude observar por mal tiempo. En abril de 2024 iré a Mazatlán para presenciar el decimoquinto eclipse total. Estuve en 1994 en un eclipse anular en Maine, e iré en octubre de 2023 a Nuevo México para presenciar el segundo. 

Un eclipse solar total es inusual, hermoso, ocurre muy rápido e involucra casi todos tus sentidos.

De todos todos esos eclipses, ¿cuál dirías que ha sido el mejor?

Creo que mi esposa está de acuerdo conmigo en esto: el eclipse en marzo de 2016. Partimos en un crucero de la costa norte de Australia y navegamos por Indonesia hasta Malasia. Fue una aventura realmente exótica. Elegimos un crucero para tener movilidad en caso de que el clima no fuese bueno en el lugar donde planeamos ver el eclipse. Al saber que el lugar que teníamos como objetivo no tendría un clima favorable durante el eclipse, con el capitán seleccionamos una ruta alternativa, pero la única forma de llegar era apagando el aire acondicionado del barco para que toda la energía se dirigiera a los motores y todos los pasajeros estuvieron de acuerdo. Fue una combinación perfecta entre un eclipse que casi nos perdemos y un viaje memorable.

Estuve en México para el eclipse de 1991, en Los Cabos, en un tour de Sky & Telescope. Fue mi primer eclipse total y, hasta ahora, el más largo. Duró más de seis minutos. También fue maravilloso.

¿Por qué  son importantes los eclipses?

Me gustaría comparar un eclipse solar total con otras experiencias personales intensamente emocionales. Un eclipse solar total es inusual, hermoso, ocurre muy rápido e involucra casi todos tus sentidos. Puedes sentir que el aire se enfría y cómo cambia la brisa. Ves cómo oscurece y luego presencias esa increíble vista en el cielo de la delgada silueta negra de la Luna con sus hermosas prominencias rojas, y la corona. Es realmente impresionante. He visto a personas llorar. Incluso a mí se me han humedecido los ojos sólo al describirlo. Diría que pasar por la vida sin experimentar algo tan hermoso e impresionante como un eclipse total sería como pasar por la vida sin enamorarse. Es una experiencia tan importante que debes vivirla, de lo contrario, tu vida estaría incompleta.

Ahora, si le preguntas a un astrofísico por qué los eclipses solares son importantes, probablemente comenzará a explicarte que es la única oportunidad que tenemos de estudiar la corona solar interna desde la Tierra y tratar de entenderla. Eso está bien, pero para las personas que no son científicas, es una de las experiencias más hermosas que se pueden vivir. Por eso vale la pena presenciarlo, incluso si no sabes nada de astronomía.

Aprendí esta lección en mi primer viaje para ver un eclipse, en 1991. Una de las personas en el tour a Los Cabos conducía un programa de música clásica. Me acerqué y le pregunté: “Te he escuchado en la radio durante varios años y nunca te he oído mencionar algo relacionado con la astronomía o la astrofísica. ¿Por qué viniste a este tour?” Él me respondió: “Bueno, no me interesa la astronomía, me interesa la belleza”. Desde mi primer eclipse, me di cuenta de que esto no se trata sólo de la ciencia en sí. Esta experiencia no es sólo para los científicos, es una experiencia humana que vale la pena tener, si es posible.

Rick vive actualmente en una pequeña comunidad en New Hampshire. Fundó un pequeño club de astronomía, donde da charlas y muestra el cielo a través de sus telescopios. Es miembro del grupo de trabajo Eclipse Task Force, del cual Eclipses México es parte, y desde ahí motiva a la mayor cantidad posible de personas a observar los eclipses.

Raúl Mújica García

Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica

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