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Sombra de la Luna: mitos y creencias sobre los eclipses

Sombra de la Luna: mitos y creencias sobre los eclipses

por Daniela Tarhuni  •  Edna Galindo | Ago 27, 2023 | Espejo, No. 6 Eclipses

Los eclipses han intrigado y maravillado desde hace siglos a la humanidad. Aunque responden a un proceso natural y cíclico del Universo, que nos da cuenta de los movimientos de traslación y rotación del Sol, la Luna y la Tierra, los eclipses también nos permiten adentrarnos en el pasado y conocer cómo fueron asociados a creencias y prácticas específicas en distintas épocas y culturas en el mundo, que perduran o tienen notables similitudes con algunas creencias que existen al día de hoy.

En general, los eclipses lunares y solares han despertado en la humanidad sentimientos de miedo o preocupación; basta recordar que el término eclipse proviene del griego ékleipsis, que significa desaparición o abandono. 

Cosmovisiones prehispánicas 

En el ciclo temporal mesoamericano de 260 días, conocido como “tzolkin” en maya y “tonalpohualli” en náhuatl, los equinoccios, solsticios, pasos cenitales y eclipses fueron los marcadores de dichos calendarios. Algunas referencias suponen que el eclipse total de Sol ocurrido el 13 de abril de 1325 se asocia con la fecha 2 casa de ese año, que marca la fundación de Tenochtitlan. Esta información quedó registrada en las orientaciones específicas de algunos edificios y en estelas, lo que da cuenta de la observación precisa y sistemática que realizaban del Sol y la Luna. 

Así como en otras culturas de la antigüedad, los eclipses estaban asociados a fuerzas sobrenaturales que devoran o comen a los astros. Los nahuas creían que el Sol era devorado por una entidad llamada Tecuani, que puede ser traducido como el “come gente”. En general, ellos se encargaban de ofrendarle sangre todos los días al dios Sol, una actividad en la que toda la sociedad participaba con el fin de impulsar el recorrido que hace todos los días el astro rey y darle fuerza contra cualquier mal que pudiera debilitarlo, en especial los eclipses.

El término eclipse proviene del griego ékleipsis, que significa desaparición o abandono.

En algunos pueblos de la actual Quintana Roo se pensaba que los orígenes de los eclipses tenían que ver con animales míticos, salvajes y malos, denominados xulab, que quieren comerse a los astros: en los códices Dresde y Madrid se observa a una serpiente o monstruo comiendo al Sol, lo que se puede interpretar como el registro de un eclipse en los códices mayas. Lo curioso es que los mayas yucatecos, los k’ekchis y los mopanes —pueblos mayas de Guatemala y Belice—, llaman Xulab a Venus, astro considerado el amante de la Luna y que intenta comerse al Sol, causando los eclipses.

Entre los mayas tzotziles, estos fenómenos son signo de enfermedad de los astros: cha’k’ak’al, para el caso del Sol y cham’u para la Luna, toda vez que el término cham hace referencia a estar enfermo, adolecer o morir.

No es de extrañarse que, en aquella época, con la poca información que se tenía sobre la dinámica del sistema solar, este tipo de fenómenos astronómicos causaran asombro y miedo y, debido a estos sentimientos, tomaran algunas medidas drásticas para protegerse ante lo inesperado. Por ejemplo, dice Fray Bernardino de Sahagún que “las mujeres lloran a voces y alaridos, y luego buscaban hombres de cabellos blancos y caras blancas, y los sacrificaban al Sol. Y también sacrificaban cautivos, y se untaban con la sangre de las orejas”.

En los eclipses de Luna el miedo iba hacia las mujeres embarazadas que “temían de abortar, tomábales gran temor, que lo que tenían en el cuerpo se había de volver ratón: y para remedio de esto tomaban un pedazo de itztli (obsidiana) en la boca, o poníanlo en la cintura sobre el vientre, para que los niños que en el vientre estaban no saliesen sin bezos o sin narices, o boquituertos, o bizcos, o para que no naciesen monstruos”.

En algunas culturas de la antigüedad, los eclipses estaban asociados a fuerzas sobrenaturales que devoran a los astros.

Prácticas contemporáneas

Actualmente se emplean diferentes tipos de amuletos que protegen el cuerpo durante un eclipse: algunas mujeres embarazadas se colocan un listón rojo atado a la cintura, creyendo que al ser un color caliente contrarresta el frío del eclipse, y se usan metales sobre el estómago, ya sean clavos, llaves o ganchos, para protegerse de las fuerzas dañinas.

Cuando se producía un eclipse lunar era común entre los mayas yucatecos hacer ruido para ayudar al astro en su tránsito: provocaban que los perros lloraran y aullaran, o bien, las personas hacían ruido con objetos metálicos, una práctica que se mantiene vigente en la península de Yucatán; en cambio, los eclipses solares son vistos con sumo respeto y transcurren en silencio.

Existe un registro de que los eclipses han llegado a trastocar las actividades cotidianas como en la caza o preparación de alimentos, un claro ejemplo fue el eclipse del 11 de julio 1991, en Maxcanú, Yucatán, las mujeres no tortearon1 pensando que las piedras del fogón quedarían suaves, signo de un mal augurio. En cuanto a los hombres, ese día no fueron ni a la milpa ni a cazar.

Entre los mayas yucatecos y chontales de Tabasco sigue fuertemente arraigada la creencia de que, si una mujer embarazada se rasca durante el eclipse, el bebé quedará con un lunar o mancha en la piel, si es eclipse de luna se le denomina chi’ibal uj (mordedura de luna) y en el eclipse solar le llaman chi’ibal k’in (mordedura del sol).

Los eclipses son eventos astronómicos, previsibles e inofensivos, y cuya espectacularidad es asombrosa.

No existe evidencia científica de que haya una relación entre los eclipses y las malformaciones en los bebés o datos de riesgo para las mujeres embarazadas. Si bien durante los eclipses de Sol hay un descenso ligero en la temperatura ambiente por la sombra producida por la Luna, no se reporta una caída abrupta de temperatura.

Gracias a la observación de estos fenómenos es que notamos que la Luna gira alrededor de la Tierra, que ésta gira alrededor del Sol y que la mecánica de los objetos celestes se puede describir a través de leyes y teorías de la física, desmitificando por completo los mitos alrededor de estos fenómenos. Los eclipses son eventos astronómicos, previsibles e inofensivos, que ocurren con cierta periodicidad y cuya espectacularidad es asombrosa.

En diálogo multidisciplinario entre la astronomía, la arqueología, la historia y el arte, a través del debate y la creación de una cultura científica, será posible entender los mitos y supersticiones, dando cuenta de la riqueza detrás de las creencias y tradiciones. Éstas son parte fundamental para comprender la historia de la humanidad, la cosmovisión de nuestros pueblos originarios, o para tejer y entretejer saberes que nos conduzcan hacia una sociedad educada, informada y crítica, con lo que nuestros horizontes y posibilidades de aprendizaje se nutran y enriquezcan.

Referencias

Aveni, A. F. (2005). Observadores del cielo en el México Antiguo (2a edición). Fondo de Cultura Económica. México.

Aveni, A. F., & Calnek, E. E. (1999). Astronomical Considerations In The Aztec Expression Of History: Eclipse data. Ancient Mesoamerica, 10(1), 87–98.

Cossard, G. (2014). Firmamentos perdidos. Arqueoastronomía: las estrellas de los pueblos antiguos. Fondo de Cultura Económica. México.

Nájera, M.I. (1995). El temor a los eclipses entre comunidades mayas contemporáneas. Religión y sociedad en el área maya (pp. 319-327). Sociedad Española de Estudios Mayas.

Sahagún, B. D. (1577). General History of the Things of New Spain by Fray Bernardino de Sahagún: The Florentine Codex. Book VII: The Sun, Moon, and Stars, and the Binding of the Years. PDF retrieved from The Library of Congress, https://www.loc.gov/item/2021667852/.

Daniela Tarhuni

Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia, UNAM

Edna Galindo

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