Churintzio, un pequeño municipio de Michoacán con poco más de cinco mil habitantes, fue el lugar donde Patricia Soria Venegas comenzó a soñar. Siendo adolescente, su mirada atravesaba los cristales polvorientos de un laboratorio abandonado en su secundaria, imaginando lo que podría lograrse si ese espacio volviera a la vida.
Impulsada por esa inquietud, Patricia dejó su pueblo para inscribirse en la preparatoria de Penjamillo, atraída por un rumor: ahí había un club de ciencias llamado Achojki y un laboratorio disponible en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos.
Bajo la guía del profesor Sergio Belmonte García, Patricia encontró un espacio para investigar, y también la confianza para transformar su curiosidad en acción. Así nació Terekua, cuyo objetivo fue crear herramientas educativas para capacitar a estudiantes en micología.
El brillo de un sueño
En el idioma purépecha, la palabra terekua proviene del verbo tereni, que significa podrido o podrir, por el intenso olor a tierra y humedad de los hongos. El proyecto consistió en la identificación, estudio y aislamiento de los 10 principales hongos que contaminan los alimentos (Mucor, Rhizopus, Aspergillus, Penicillum, Alternaria, Fusarium, Geotrichum, Stemphylium, Monilia y Botrytis), y la posterior elaboración de colecciones permanentes que permitieran a los estudiantes conocerlos y estudiarlos.
Terekua conquistó escenarios internacionales, pero no halló eco en su propio país.
Así, crearon colecciones didácticas y tres juegos educativos: Lotería Terekua, Oca Terekua y Memorama Terekua. Patricia y su compañera Dulce Abril Morales Govea participaron con este trabajo en el concurso Proyecto Multimedia 2015, de la Sociedad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología, donde obtuvieron la medalla platino.
Pero el verdadero hito llegó en 2016, cuando Terekua viajó a Brasil para competir en la Muestra Internacional de Ciencia y Tecnología (Mostratec), donde participan los mejores proyectos de países como Estados Unidos, India y Portugal. Patricia y Dulce lograron lo impensable: el primer lugar internacional en el área de Biología Celular, Molecular y Microbiología.
También trajeron a México, una medalla de oro internacional, el reconocimiento como proyecto internacional mejor evaluado, reconocimiento y trofeo Mostratec por el mejor proyecto de la delegación mexicana y una acreditación internacional para representar a México en el encuentro de jóvenes científicos en Argentina.
“Fue un momento indescriptible. Lloramos de alegría porque siempre creímos que esos premios eran para universidades, no para un pequeño tecnológico. Pero ahí estábamos, demostrando que el tamaño de tu origen no define el alcance de tus sueños”, recuerda Patricia.
Quiero que los niños y jóvenes de mi pueblo sepan que pueden alcanzar lo que se propongan.
El vacío del reconocimiento
A su regreso a México fueron recibidas con entusiasmo. Los medios de comunicación escribieron sobre su logro, y autoridades estatales les entregaron reconocimientos. Sin embargo, tras las fotos y los discursos, se encontraron solas. Ninguna institución mexicana mostró interés en financiar el proyecto o llevarlo más allá del papel.
“Nos dimos cuenta de que aquí todo termina en una foto para los políticos. Nadie quiso invertir en Terekua. Si alguien nos hubiera apoyado, hoy seríamos una empresa consolidada”, lamenta Patricia. Pero lejos de rendirse, decidió devolver algo a su comunidad. “Quiero que los niños y jóvenes de mi pueblo sepan que pueden alcanzar lo que se propongan. Cada vez que regreso a Churintzio, organizo pequeños eventos de ciencia. Antes, nadie ahí sabía qué era eso; ahora, al menos, tienen una ventana abierta hacia un mundo de posibilidades”.
De Churintzio para todo México y el mundo
“Esos premios no son para nosotros, no te ilusiones, no quiero verte con el corazón roto”, dijo su mamá al enterarse que estaba participando por ser reconocida con el Premio Michoacano a la Juventud 2019. Por el contexto donde se desarrolló, su familia estaba orgullosa de hasta dónde había llegado, pero le dijeron que no debía entusiasmarse demasiado. “¿Por qué no mamá?, ¿por qué no creer en que sí puedo ganar?”, fue la contestación que recuerda le dio en ese momento.
“Estaba en la universidad, cuando salió mi nombre en los resultados. Fue una emoción enorme, lloré en ese momento, pero sobre todo al llegar a casa y ver a los ojos a mi madre para que, sin palabras, solo con la mirada, pudiera contarle que lo había logrado y que tantos años de esfuerzo habían valido la pena.
12 jóvenes originarios del estado obtuvieron el Premio Michoacano a la Juventud 2019, elegidos de entre más de 200 participantes, y se hicieron acreedores a un estímulo económico de 42 mil 245 pesos. Patricia fue reconocida en la categoría de Mérito al Emprendimiento.
“Ahora yo siento un gran compromiso con mi pueblo, Churintzio, espero que todo lo que he hecho tenga una repercusión positiva en las nuevas generaciones”.
Su objetivo: despertar en otros la misma curiosidad y pasión que la ciencia le ha brindado a ella.
La deuda pendiente de México con su talento joven
Terekua es un recordatorio doloroso de cómo en México se dejan escapar oportunidades para transformar el futuro. Patricia no solo llevó el nombre de su país a lo más alto, sino que demostró que los sueños nacidos en los rincones más pequeños pueden resonar en el mundo entero.
Hoy, su historia inspira, pero también obliga a cuestionar: ¿cuántos otros Terekuas hemos dejado escapar? La respuesta, como tantas cosas en este país, aguarda en el silencio de un laboratorio vacío.
Bacillando Ciencia: divulgación con esencia personal
El 25 de diciembre de 2022 marcó el inicio de un proyecto de divulgación científica que refleja la pasión y compromiso de Patricia. Inspirado por los Bacillus, bacterias que han sido el centro de sus investigaciones, decidió bautizar su iniciativa como Bacillando Ciencia.
A pesar de ser una divulgadora relativamente nueva, ha aprovechado las oportunidades que se le han presentado: colaboraciones en revistas especializadas, conferencias en universidades que jamás imaginó visitar y encuentros con destacados divulgadores a quienes admira profundamente.
Hoy, como maestra en ciencias con especialidad en biotecnología por el Cinvestav, Patricia continúa formándose para mejorar su labor divulgativa. Su objetivo es ofrecer contenido accesible y de calidad, que despierte en otros la misma curiosidad y pasión que la ciencia le ha brindado a ella.
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