Reflexionemos en el tiempo: hace 15 mil millones de años se formó el Universo y hace 4 mil 500 millones, la Tierra. Cuatro billones de años atrás, comenzó la vida en muchas de sus formas. De esas, algunas se extinguieron (como los dinosaurios) y otras han evolucionado, formando la gran biodiversidad que habita nuestro planeta. En ese camino de evolución, el Homo sapiens, única especie de los homínidos que aún perdura, apareció hace 100 mil años. Por lo que la madre Tierra tiene 20 mil veces más años de “experiencia” que nosotros.
En las últimas décadas, las actividades y modelos de producción de alimentos, bienes y servicios han modificado como nunca a la naturaleza, contaminándola y cambiando el clima. Incluso la química de los océanos se ha visto afectada, de ahí los afloramientos de sargazo o las mareas rojas producidas por una especie del fitoplancton.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce que el mayor desafío del mundo es la erradicación de la pobreza y el hambre, y que ésta no puede lograrse sin un desarrollo sostenible, justo e inclusivo y con medidas contra el cambio climático.
Los eventos climáticos son cada vez más frecuentes y extremos. Ante ello, los países se han comprometido a limitar el aumento de la temperatura de nuestro planeta. A saber, que por cada grado que aumenta la temperatura, la producción de cereales se reduce un 10%, y se pierde un millón de kilómetros cuadrados de hielo del Ártico cada decenio, lo que se traducirá en una elevación significativa del nivel del mar para 2100 y, con ello, muchas ciudades costeras quedarán inundadas.
Las actividades de producción de alimentos, bienes y servicios han modificado a la naturaleza, contaminándola y cambiado el clima.
Las pérdidas anuales promedio por catástrofes climáticas son de miles de millones de dólares y, entre 2000 y 2018, costaron la vida a más de un millón de personas. Nos quedan 10 años para frenar el calentamiento global, no sólo con políticas y acuerdos de gobiernos, sino con acciones cuya base sea la educación ambiental, sobre todo para adultos, que representan la franja económica-activa, y cuyo modelo y hábitos de consumo deben cambiar.
América Latina y el Caribe se encuentran entre las regiones más desafiadas por los eventos hidrometeorológicos. Entre 1998 y 2020, los sucesos relacionados con inundaciones, tormentas, sequías y olas de calor provocaron la pérdida de 312 mil vidas y afectaron directamente a más de 277 millones de habitantes, representando 93% de todos los desastres que ocurrieron durante este período.
El incremento en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) durante el último siglo ha producido cambios en los océanos, aumentando su temperatura y acidificando el mar. En el caso particular del Caribe, la temperatura ha aumentado 1.4°C durante el último siglo, y se estima que ésta ascienda a 32°C para el 2100 (Chollett et al., 2012).
Respecto a la acidificación de los océanos, el valor del pH (que es la medida utilizada para medir el grado de acidez de una disolución acuosa) podría descender de 8.1 a 7.6 para el 2100 (Caldeira y Wickett, 2003), dañando severamente a los arrecifes coralinos y a todos los organismos que poseen una concha, como caracoles, esponjas, erizos, estrellas de mar, entre otros (Sale et al., 2010). Estos cambios afectan la abundancia y distribución de las especies, y su supervivencia. Por ejemplo, biólogos marinos del Cinvestav han trabajado en bio ensayos con el caracol rosa del caribe, y han descubierto que la formación de su concha tendrá 50% menos calcificación para el año 2100 y habrá 30% más mortalidad asociada al aumento de temperatura.
El incremento en las emisiones de dióxido de carbono ha producido cambios en los océanos, aumentando su temperatura y acidificando el mar.
El clima está cambiando
Es común que los ciudadanos señalen que el clima ya no es como era en la época de nuestros papás o abuelos. Y tienen razón. Del 2020 al 2023, en México se han vivido inundaciones y sequías extremas, invasión de sargazo, huracanes muy frecuentes y calor extremo.
La Tierra ha pasado por muchos períodos y cambios a lo largo de millones de años. Durante estas variaciones, ha habido épocas muy frías con grandes extensiones de hielo, como sucedió hace unos 10 mil años, en el Paleolítico. Sin embargo, lo que marca la diferencia es la escala del tiempo; en la actualidad, el aumento de la temperatura sucede en sólo decenas de años.
El efecto invernadero
La Tierra tiene una atmósfera compuesta por Nitrógeno, Oxígeno, Dióxido de Carbono y Ozono, además de otros gases que provienen de la actividad volcánica y los llamados gases a efecto invernadero, producto de la combustión de materiales fósiles como el petróleo, gas y gasolina, propios a la actividad humana.
Estos combustibles son quemados para producir energía, para que funcionen máquinas utilizadas en la ganadería, la agricultura, la manufactura de ropa, muebles, electrónicos, etc. La acumulación de esos gases en la atmósfera retiene el calor de la radiación solar y las actividades humanas, siendo éste el efecto invernadero. Dicho calentamiento también modifica la temperatura de los mares, cambiando la densidad del agua marina y, con ello, la velocidad y trayectoria de las corrientes. Una de esas corrientes ha desplazado el sargazo desde el mar de los sargazos hacia el Caribe.
Somos los humanos quienes generamos la mayor parte de gases a efecto invernadero.
Algunas actividades humanas que producen gases a efecto invernadero son la tala de bosques y selvas, el transporte, la generación de electricidad y el bombeo de agua. El consumo de energía, agua y carne de res son las actividades que producen más gases a efecto invernadero.
El turismo, si bien es una fuente de economía y empleos, también impacta al cambio climático. Por eso es importante elegir destinos turísticos a menos de 1,000 km de distancia de nuestro hogar, para usar el transporte terrestre.
Figura 1. Representación gráfica de los impactos derivados del cambio climático (diseño: Karla Zetina Ríos)
Los impactos derivados del cambio climático son (ver Figura 1):
1) Migración de animales
2) Derretimiento de los casquetes polares y glaciares
3) Elevación del nivel del mar
4) Contaminación por gases a efecto invernadero
5) Blanqueamiento de corales
6) Sequías
7) Inundaciones
8) Incendios
9) Problemas de salud por aumento de enfermedades transmisibles
10) Disminución en la producción de alimentos agrícolas y de ganadería
Los humanos generamos la mayor parte de gases a efecto invernadero con nuestro consumo y desperdicio de agua, alimentos y bienes que compramos sin necesidad. Ninguna otra especie tiene aire acondicionado o se transporta en auto para desplazarse. Algunos animales tienen migraciones de miles de kilómetros, pero lo hacen con la fuerza de sus músculos y su propia energía.
Esta es una invitación a la reflexión, para ser cuidadosos con nuestros desplazamientos y siempre pensar en cómo llevarlos a cabo para generar la menor cantidad posible de gases a efecto invernadero. Usemos menos el auto, hagamos viajes compartidos o en transporte colectivo. Mejor aún, caminemos o usemos bicicleta.También debemos elegir alimentos que sean de la localidad en la que vivimos y de temporada, lo cual reduce considerablemente las emisiones de CO2. ¿Qué ajustes has hecho en tu vida para disminuir el calentamiento de nuestro planeta?