La grave crisis de abastecimiento de agua potable en la Ciudad de México (CDMX) revela una realidad preocupante y alarmante: una metrópoli que enfrenta problemas estructurales que van más allá de la escasez. Esto pone de manifiesto la fragilidad de las infraestructuras hidráulicas de la ciudad, y también expone profundas desigualdades sociales y deficiencias en la gestión pública.
La mafia del agua
La situación actual es desoladora: cortes programados de suministro de agua afectan a millones de habitantes, especialmente en las áreas más marginadas de la ciudad. Mientras algunos sectores privilegiados cuentan con acceso continuo al agua potable, miles de familias luchan diariamente por obtener este recurso básico para sus necesidades más elementales.
“El Pipeo es un gran cártel en la Ciudad de México. Hay mucha gente involucrada en este negocio y es tan redituable que, cuando llega el Sistema de Aguas a colocar tubería (lo cual es bueno para cualquier localidad) los piperos mandan gente a oponerse y no permiten que se hagan las obras, pues saben se les acabaría el negocio.
“La grave implicación de que el cártel de las pipas tenga control del agua (en vez de que llegue en tubería a través de un servicio estatal), es que quienes menos recursos económicos tienen son los que más pagan por este servicio. Históricamente, el problema del agua no ha sido el abastecimiento, sino la distribución”, lamentó Óscar Monroy, cuyas líneas de investigación incluyen el tratamiento de aguas residuales mediante procesos de biodegradación.
Históricamente, el mayor problema no ha sido el abastecimiento, sino la distribución.
“Hay pipas que traen agua desde Texcoco e Hidalgo, aunque la mayoría usa el agua que llega del Sistema Cutzamala. Con el pretexto de que el agua no llega a todas las colonias de la CDMX, a veces las pipas cargan agua legalmente porque son parte de las delegaciones, pero al momento de repartirla cobran el servicio, es imperativo pararlo”, expone el doctor Monroy Hermosillo, ex rector de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa.
Para constatar lo narrado por el doctor Monroy, nos trasladamos a una de las zonas de tandeo de agua en la CDMX, el pueblo de San Ignacio de Loyola en la alcaldía Xochimilco, donde habita Esperanza Jiménez, quien contó en entrevista para Obsidiana que cada tambo de 200 litros de agua tiene un valor de 40 pesos, es decir, 1 metro cúbico de agua (mil litros) cuesta, en promedio, 200 pesos, y esto lo adquiere al menos una vez a la semana una familia conformada por seis integrantes.
Con enojo, cuestiona Esperanza Jiménez: ¿cómo es posible que uno de los barrios más pobres de toda la ciudad, que padece de los servicios elementales para una vivienda digna, tenga que pagar ese precio por el agua?
De manera regularizada y ya con los subsidios, el agua para uso doméstico en la CDMX (dependiendo la zona de la ciudad) cuesta unos 28 pesos por metro cúbico. Eso quiere decir que una familia que tiene servicio regulado del Sistema de Aguas de la Ciudad de México paga, en promedio, 10 veces menos que Esperanza.
Quienes menos recursos económicos tienen, pagan más por este servicio.
La exclusión y la desigualdad son el sello distintivo de esta crisis. Las comunidades más vulnerables, que históricamente han sido marginadas y olvidadas, son las más afectadas por la falta de agua. Sin infraestructuras adecuadas y servicios básicos en estas zonas se perpetúa un ciclo de pobreza.
Las concesiones
Un informe de Oxfam reveló que son evidentes las grandes disparidades sociales cuando el 1% de la población mundial ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 (valorada en 42 billones de dólares), casi el doble que el 99% restante de la humanidad. Lo mismo pasa con el agua.
El reporte “Los millonarios del agua” evidenció que existen 6,247 usuarios con concesiones para extraer, cada uno de ellos, alrededor de un millón de metros cúbicos, lo cual representa 61.4% de las aguas concesionadas en todo el país. El documento indica que la extracción es realizada por cerveceras, acereras, agroindustrias, mineras, papeleras, automotrices, embotelladoras, mineras, entre otros sectores.
“No hay democracia en la distribución del agua, se tiene que eliminar ese valor mercantil que se expresa en el sistema de concesiones. La misión de la Ley de Aguas Nacionales será hacer del agua un bien social, y que se administre adecuadamente el manejo de la misma (captarla, limpiarla, reciclarla, que se abran de nuevo los ríos, y no permitir que se contamine)”, expuso el doctor Óscar Monroy.
La gestión del agua en la Ciudad de México revela ser excluyente. Las decisiones sobre su suministro y distribución se toman de manera opaca y sin la participación real de la ciudadanía. La falta de transparencia y rendición de cuentas en este proceso solo contribuye a socavar la confianza en las instituciones públicas y alimenta la percepción de que los intereses de unos pocos prevalecen sobre el bienestar colectivo.
Se necesitan políticas públicas que promuevan un uso más eficiente y sostenible del agua.
Testarudos desarrolladores inmobiliarios
“Por lo menos durante la última década he insistido a los desarrolladores inmobiliarios que cambien la ingeniería de las casas, para que haya un uso sostenible del agua; lamentablemente, hasta ahora no han sido receptivos. Su argumento es que subiría el costo de la vivienda en un 10%, pero quien compra esas viviendas hereda todos los costos ambientales, que son superiores al 10%.
“Incluso tuve pláticas con los Consejos de Cuenca del Valle de México. Hoy, del lado oriente de la ciudad (rumbo a Puebla), hay muchos conjuntos habitacionales vacíos porque están muy lejos, porque se construyeron sobre tierra con fallas geológicas, o por la falta de agua”, mencionó el doctor Monroy.
Las soluciones a largo plazo parecen estar ausentes o son insuficientes. Se necesitan medidas urgentes y acciones concretas para abordar de manera integral esta problemática, desde la modernización de las infraestructuras hidráulicas hasta la implementación de políticas públicas que promuevan un uso más eficiente y sostenible del agua.
“Con ingeniería y reglas estrictas de construcción, cada inmobiliaria se verá forzada a implementar la tecnología necesaria”, concluyó Monroy Hermosillo.
Para construir una ciudad más justa y equitativa, es fundamental abordar estas cuestiones de manera integral e incluyente, garantizando el acceso universal a un recurso tan vital como el agua potable. Del agua depende que la vida siga floreciendo, y el sano desarrollo de las comunidades.