Tenía 12 años, era verano y, junto con otros chicos de mi edad, estaba en un curso de cuatro semanas en un jardín enorme al norte de la Ciudad de México. No recuerdo haber sabido hasta ese momento nada sobre el espectáculo del que sería testigo. Cerca de medio día nos repartieron unos cartoncitos con algo que parecía un papel metálico para observar un fenómeno astronómico maravilloso: un eclipse de Sol.
Sin decirnos mucho más que si no usábamos el filtro nos quedaríamos ciegos, nos turnábamos para ver cómo el disco de la Luna iba tapando poco a poco al Sol. Todos seguimos las instrucciones, no porque supiéramos algo sobre nuestros ojos, el Sol o los filtros, lo cierto es que ¡teníamos miedo!
El Sol y las estrellas generan luz en todas las longitudes de onda del espectro electromagnético; desde las de radio, largas y de baja energía, hasta los rayos gamma, de mayor energía y menor longitud. De todos esos tipos, nuestros ojos sólo pueden ver un pequeño intervalo, el llamado luz visible.
La luz más energética que la visible (ultravioleta, rayos X y rayos gamma), no sólo es dañina para nuestro cuerpo, también lo es para nuestros ojos, y para todos los seres vivientes. Afortunadamente para la vida en la Tierra, nuestra atmósfera absorbe casi toda esta radiación y únicamente permite el paso de la luz visible, más un poco de ultravioleta e infrarroja.
La luz más energética que la visible (ultravioleta, rayos X y rayos gamma), es dañina para nuestro cuerpo y nuestros ojos.
Esta pequeña cantidad de luz ultravioleta que deja pasar la atmósfera, es capaz de dañar la piel provocando ardor, enrojecimiento y, en casos extremos, produce ámpulas y cáncer. Por eso debemos protegernos adecuadamente de dichos rayos.
A veces nos confiamos porque está nublado, no hace tanto calor y la piel no arde ni duele, pero al final del día nos damos cuenta que nos bronceamos. Esto se debe justamente a la radiación que no podemos ver.
Lo mismo que ocurre con nuestra piel cuando la exponemos a la radiación solar sin protección, le sucede a nuestros ojos. En algunas ocasiones se enrojecen y duelen como advertencia, pero en otras no, y aun así están sufriendo daño. La córnea y la retina pueden dañarse permanentemente.
Sabiendo qué y cómo se produce el daño a los ojos podemos protegerlos; por ello, para disfrutar plenamente el espectáculo que la naturaleza nos brinda con cada eclipse de Sol, una de las experiencias más emocionantes, gratificantes e inolvidables, se deben seguir medidas de seguridad sencillas pero adecuadas.
Existen dos posibilidades para gozar, no sólo los eclipses solares, parciales o totales, sino también de las manchas solares o de los tránsitos de los planetas Mercurio y Venus por el disco solar. Una es la observación directa a través de filtros especiales, la otra es la observación indirecta con métodos de proyección.
Existen dos posibilidades para gozar de los eclipses solares: la observación directa y la observación indirecta.
Observación indirecta
Este método se basa en diferentes tipos proyección del disco solar en una superficie plana. Una de las grandes ventajas es que puede congregar varios observadores a la vez, ya sea de manera virtual o presencial, alrededor de una sola imagen. Esto permite dar explicaciones sobre la evolución del fenómeno, o bien, atender preguntas puntuales. Además, la imagen del Sol se puede observar todo el tiempo que se quiera, se puede fotografiar e incluso tomar medidas y datos de la observación.
Existen varias formas de producir esta proyección, la más fácil es con una hoja de papel con el agujero de la punta de un alfiler o de una jeringa. Sólo hay que permitir que la luz del Sol pase por el agujero y llegue a una superficie plana, ahí se tendrá la imagen (Figura 1). Entre más pequeño sea el agujero, más nítida será la imagen. Las hojas de los árboles o una cuchara coladora (grandes con múltiples hoyitos) proyectan múltiples imágenes del Sol bajo este mismo principio; éstas no serán tan nítidas ¡pero sí muy divertidas!
Figura 1. Proyección sencilla para observación indirecta.
La claridad con la que se observa el Sol, proyectado a través del pequeño agujero, se puede aumentar a través de una cámara obscura, la cual se puede hacer con una caja de cartón pintada de negro por dentro y que en uno de los lados tenga un fondo blanco para la proyección. Del lado opuesto se hace el agujero para que entre la luz del Sol y a un lado se hace otro más grande para la observación (ver Figura 2).
Figura 2. Cámara obscura.
Con estos dispositivos se puede ver cómo el cuerpo de la Luna va cubriendo paulatinamente al Sol durante los eclipses solares. Si quisiéramos ver algún otro detalle del Sol, como sus manchas, será necesaria una proyección más grande utilizando un telescopio. En este caso habrá que tener mucho cuidado, ya que estos instrumentos colectan y concentran la luz, haciendo que su capacidad de quemar aumente drásticamente.
Un telescopio pequeño, de preferencia refractor (hecho de lentes) con un ocular sencillo y una pantalla blanca, serán suficientes para hacer una proyección (Figura 3). Se debe apuntar el telescopio al Sol utilizando su sombra cómo guía, ¡recuerda no observar nunca al Sol directamente! La pantalla blanca se pondrá frente al ocular, a unos 30 cm de distancia; ahí se proyectará el disco solar. La Tierra gira y los rayos del Sol fuera de eje pueden llegar a quemar el telescopio, por ello se debe redireccionar constantemente.
Figura 3. Método de proyección solar con telescopio.
Para obtener gratuitamente manuales detallados de cómo fabricar paso a paso los métodos de proyección se puede consultar la página www.eclipsesmexico.mx.
Observación directa
Esta es la forma preferida por la gente para ver el Sol porque resulta ser sumamente emocionante, sobre todo cuando se usan binoculares o telescopios. Este método requiere, forzosamente, de la utilización de filtros especialmente diseñados para la observación solar. Estos filtros deben absorber, al menos, el 99.997% de la radiación, visible o invisible.
Para darnos una idea, la norma 8980-3 de la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés) clasifica cinco tipos de lentes de protección solar, dependiendo de su coloración; de la más clara (categoría 0) a la más obscura (categoría 4). Esta última, la de coloración más obscura, está diseñada para deportes de alta montaña y nieve, y absorbe del 92 al 98% de la radiación solar, es decir, casi toda. Pero, ese 2% de luz que aún pasa puede ser muy dañina para los ojos si vemos directamente al Sol. ¡Se requiere mil veces menos transmisión de radiación para una observación segura del Sol!
El mercado está inundado de ofertas de visores solares que aseguran ser adecuados; sin embargo, se debe tener cuidado porque no todos lo son.
Hoy en día, el mercado está inundado de ofertas de visores solares que aseguran ser adecuados; sin embargo, se debe tener cuidado porque no todos los son. Sin importar de qué materiales estén fabricados los filtros, o en qué país estén hechos, deben tener la certificación ISO 12312-2. Esta norma internacional asegura que el material ha pasado por pruebas especializadas que garantizan que el filtro absorberá, al menos, el 99.997% de la radiación.
Asegúrate de adquirir visores con distribuidores de prestigio, ya sea para tus ojos o para ponerlo en tu cámara fotográfica, telescopio o binoculares. Siempre solicita al vendedor que te muestre la certificación del material y verifica que no tenga dobleces, rayones o cualquier otra imperfección que pueda dañar la absorción de luz, ¡más vale prevenir (ver Figura 4)!
Figura 4. Precauciones al observar eclipses de Sol.
Independientemente del método de observación que elijas, recuerda que el cielo es un bien común y un derecho del que podemos gozar todos los seres humanos. Maravillarse con los espectáculos naturales que nos regala, como los eclipses de Sol que serán visibles en México en octubre de 2023 y abril de 2024, es totalmente gratuito. Un eclipse solar representa una oportunidad única en la vida cuyo recuerdo llevarás por siempre. ¡Toma tus precauciones y no te lo pierdas!