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Dark waters, una historia de contaminación y antiadherencia… social

Dark waters, una historia de contaminación y antiadherencia… social

por Liliodeth Torrescano  •  Juan José Herrera | Ago 24, 2024 | Amorfo, No. 11 Agua

La película Dark waters, traducida en Hispanoamérica como El precio de la verdad, representa una batalla histórica comparable a la de David contra Goliat, pues evidencia la lucha de un hombre contra el monstruo del corporativismo. Estrenado en 2019, este filme protagonizado por Mark Ruffalo narra el caso de Robert Bilott quien, paradójicamente, trabajaba como defensor de consorcios químicos a través de un bufete de abogados.

Gracias a la solicitud de apoyo de un granjero que conocía a la abuela de Bilott, este abogado descubrió las artimañas de la firma DuPont para contaminar durante años el agua y la tierra de Parkersburg, en Virginia Occidental, a través de químicos derivados de la producción de teflón.

El trance legal, ampliamente documentado a lo largo de más de dos décadas que duró el litigio, desenmascaró no solo el poder de las grandes empresas estadounidenses como DuPont o 3M, sino además la manipulación de la ciencia a la que suelen recurrir estas para evitar pérdidas económicas, incluso si está en juego la salud de la población.

La presencia del teflón

Estos componentes, utilizados desde la década de los 40 del siglo pasado para la fabricación de toda clase de enseres, como sartenes y recubrimientos para utensilios de cocina, telas y productos textiles (incluyendo ropa y alfombras), tienen además una presencia importante en industrias como la aeroespacial, la de telecomunicaciones, la electrónica y la arquitectura.

Dark waters obliga a mirar con detenimiento la tragedia a la que a veces conduce la propia evolución: por un lado, se obtuvo un material único, pero por otro significó la muerte de miles de personas.

Dark waters obliga a mirar con detenimiento la tragedia a la que a veces conduce la propia evolución.

Para comprender mejor la importancia de esta cinta, nominada a varios premios alrededor del orbe, hay que hacer hincapié en uno de sus ejes: la contaminación del agua por ácido perfluorooctanoico (PFOA), elemento clave en la fabricación del teflón, y las consecuencias catastróficas generadas en comunidades enteras.

Una frase demoledora resume la trama de manera más que elocuente: “quedan oficialmente en manos de la ciencia”, ciencia que, como ya se dijo líneas arriba, tiende a ser manipulada cuando se tocan intereses multimillonarios.

Hasta el momento en que Bilott ejerció una demanda colectiva en contra de DuPont por daños a la salud, no existía regulación alguna en torno al PFOA y sus derivados; absolutamente nada, a pesar de los experimentos previos en animales y antecedentes de enfermedades graves y deformaciones en seres humanos.

Como todo buen thriller legal, El precio de la verdad va deshilando a lo largo de sus poco más de dos horas de duración un siniestro entramado de corrupción, malversaciones y podredumbre del sistema de justicia estadounidense en el que, pese a todo, se abre al final una fuente de luz esperanzadora.

Al levantar la pesada cloaca del corporativismo, Bob Bilott también destapó los desafíos que suelen enfrentar tanto las comunidades como los organismos reguladores que buscan responsabilizar a las grandes compañías sobre la contaminación ambiental.

Y es que las omisiones de DuPont al respecto provenían desde los años 70, tiempo en el que comenzó a envenenar el agua con sustancias químicas persistentes como las llamadas sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), que representan graves riesgos para la salud pública y el entorno.

El teflón: un material único con graves consecuencias para la salud y el medio ambiente.

DuPont en Parkersburg es uno de los tantos ejemplos mundiales de cómo las PFAS pueden contaminar los recursos hídricos (por cierto, cada vez más escasos, lo que abre otro frente de discusión), al derramar los desechos del PFOA en aguas superficiales y subterráneas de esa región durante décadas, sin siquiera preocuparse por advertir a la población, y mucho menos a las autoridades, sobre los evidentes peligros que ocasionaría.

Una contaminación sin retorno propagada a través del sistema fluvial que, obviamente, perjudicó a miles de habitantes, a la flora y a la fauna locales.

Graves consecuencias

A partir de entonces, infinidad de estudios clínicos vinculan a las PFAS con problemas de salud muy diversos: todo tipo de cánceres como el de riñón o testículos, enfermedades hepáticas, trastornos del embarazo, malformaciones genéticas, hipertensión, afectaciones de tiroides, colitis ulcerosa y elevados niveles de colesterol, por mencionar algunos.

Las PFAS son conocidas por su capacidad para bioacumularse en los organismos, lo que significa que inclusive pequeñas cantidades de exposición a las mismas pueden tener efectos a largo plazo.

El PFOA permanece en el organismo de ocho a nueve años, es una sustancia excretada por los riñones y que no se metaboliza, se encuentra en la sangre del 95% de los seres vivos del planeta, refiere el Resumen de salud pública. Perfluoroalquilos1.

Exigencias y activismo desencadenados

El reconocido caso Bilott vs DuPont sentó significativas bases para la regulación de productos químicos en los Estados Unidos. Una de ellas fue que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) comenzó a regular de manera más estricta las PFAS; asimismo, muchos estados de la Unión Americana adoptaron regulaciones propias mucho más rigurosas.

Debemos valorar el cuidado de los recursos hídricos, y los efectos nocivos de los químicos industriales.

Además estimuló el debate público referente a la urgencia de exigir mayor transparencia y responsabilidades por parte de las corporaciones dedicadas al uso y manejo de productos químicos peligrosos.

Quizá parezca exagerado decir que viviríamos una realidad muy distinta sin los enormes esfuerzos de Bilott; sin embargo, su disputa tuvo eco en los principales medios de comunicación y en distintos grupos de activistas.

El avance de la cabal regulación en materia de las PFAS debe mucho al activismo perseverante, pues organizaciones sin fines de lucro, grupos comunitarios y “soldados de la buena abogacía” como Robert Bilott trabajan desde entonces contra aquellos monstruos que priorizan los billetes verdes por encima de la salud pública.

Bilott versus DuPont es el paradigma de la presión social que bien llevada puede conducir a modificaciones legislativas e importantes cambios en las normas para beneficio de la población; un camino que aún parece demasiado largo en México.

Dark waters debe servirnos como punto de inflexión para valorar el cuidado de los recursos hídricos, los efectos nocivos de los químicos industriales y la promoción de investigaciones a profundidad sobre las PFAS y el PFOA para impedir futuras catástrofes ambientales y de salud pública.
Hoy, exactamente cuando el planeta sufre lo peor de la ignominia humana, resulta necesario sentarse a ver y, sobre todo, a recapacitar con filmes como El precio de la verdad. No te dejará indiferente.

Liliodeth Torrescano
Juan José Herrera

Portal informativo Réplica

  1. Resumen de salud pública. Perfluoroalquilos (Agosto, 2015). Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades de los EE.UU. División de Toxicología y Ciencias de la Salud. https://www.atsdr.cdc.gov/es/phs/es_phs200.pdf
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