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Buscamos chiva en todas partes y no había, sólo fentanilo

Buscamos chiva en todas partes y no había, sólo fentanilo

por Clara Fleiz Bautista | Feb 25, 2024 | Espejo, No. 8 Opioides

En los últimos meses muy posiblemente has escuchado alguna noticia relacionada con el fentanilo, enfocada principalmente en temas de seguridad (como “Incauta Sedena 44 kilogramos de fentanilo…”) o en mostrar los efectos de esta sustancia (se habla de ella como la droga “zombie”).

Desde mi experiencia en campo, con las comunidades en el norte del país que consumen diferentes sustancias por la vía inyectada, este enfoque centrado en la sustancia y no en las experiencias de las personas, ha limitado la compresión de un fenómeno social y de salud pública. El fentanilo llegó sin avisar y sin pedir permiso, cambiando las vidas de quienes lo consumen y su relación con las drogas.

Andrea sabe que ahora debe tener mucho cuidado cuando compra cristal (un estimulante tipo metanfetamínico) porque podría estar adulterado o contaminado con otras sustancias: “Como ahorita está el fentanilo, sé que sí me puedo equivocar, si me dan hielo (nombre popular que se le da al cristal), sí me confundo, es muy difícil saber escoger porque son muy iguales”.

Uno de los mayores desafíos que el fentanilo ha impuesto, es la dificultad para detectarlo a simple vista en las dosis a consumir y para calcular la cantidad que se puede usar sin caer en una sobredosis.

El fentanilo llegó sin avisar y sin pedir permiso, cambiando las vidas de quienes lo consumen.

Estudios científicos nos permiten conocer que el fentanilo es una sustancia de tipo opioide muy efectiva y potente. Cuando se utiliza en un espacio médico y controlado, realmente ayuda a las personas a aliviar el dolor severo. El personal de salud requerirá una cantidad cien veces menor que la morfina para producir los efectos sedantes y anestésicos esperados.

Sin embargo, su producción y distribución ilícita, carente de todo control sanitario, ha puesto en jaque a las personas que con frecuencia no tienen otro remedio más que consumir lo que circula en las calles porque han desarrollado una fuerte dependencia o adicción al uso de opioides. En Tijuana y Mexicali, seis de cada 10 muestras de heroína contienen fentanilo1.

Andrea ha vivido la llegada del fentanilo con mucha angustia y dolor, porque su pareja —Elías— murió recientemente de un infarto agravado por la fuerte dependencia que desarrolló casi de forma inmediata por la heroína adulterada con fentanilo, y también por el consumo de cristal. “…cuando yo lo abracé para verlo, la jeringa estaba a un lado tirada con la dosis [de heroína con fentanilo] que yo sabía que se metía […]. El infarto llegó con toda su fuerza”.

Elías cayó en sobredosis más de seis veces; consumía cristal y chiva (heroína tipo goma negra). Cuando llegó el fentanilo, él revisaba siempre el color y el olor que desprendía la heroína al cuquearla (cocinarla) y, si cambiaba o si venía en polvo, prefería no consumirla: “Me decía ‘mira, esto no me voy a meter porque tiene fentanilo’. Y yo le preguntaba ‘¿Cómo sabes?’ Y él me decía ‘porque es polvo, siempre que te vendan heroína, fíjate que sea goma, no polvo, si es polvo, no me lo traigas, porque es fentanilo’”. El fentanilo ingresó en la frontera norte casi de manera silenciosa. La gente tuvo que empezar a reconocer sus características, identificar sus efectos y ayudarse entre ellos.

En 2018 hicimos trabajo de campo con las ONGs Prevencasa, en Tijuana, Verter, en Mexicali y Programa Compañeros, en Ciudad Juárez, y entrevistamos a casi 1,000 personas que consumían heroína por la vía inyectada2. Un 90% dijo que consumía principalmente heroína en goma negra y 10% heroína en polvo blanco, conocida como china white; prácticamente nadie conocía el fentanilo. Sabíamos que Estados Unidos estaba en crisis de opioides y sospechábamos que la china white podría estar contaminada con fentanilo.

El fentanilo ingresó en la frontera norte casi de manera silenciosa.

Fue así como en 2019 realizamos el primer estudio de detección de fentanilo en Tijuana, con Prevencasa. El método consistió en extraer residuos de las jeringas. Con tiras reactivas altamente sensibles al opioide identificamos, en 80 muestras de heroína en polvo blanco y algunas de goma negra, que el 93% contenía fentanilo. El resultado fue contundente: la gente estaba siendo expuesta al fentanilo sin saberlo3.

Mientras la epidemia de COVID nos sorprendía, la de fentanilo empezaba a impactar a estas comunidades vulneradas4. Aunque se resistían a probarlo, su alta disponibilidad, el bajo precio de la dosis, la escasez de heroína en goma negra en las calles y la pesadilla de experimentar el síndrome de abstinencia (conocido como malilla), llevaban a las personas a probarlo.

Andrea cuenta que Elías en realidad no quería consumir fentanilo, pero un día tenía síndrome de abstinencia (sentía temblores, sudores, vómito, diarrea, calambres, temperatura y escurrimiento nasal porque no había consumido chiva) y el proveedor les ofreció una heroína de color capuchino. Elías supo de inmediato que no era chiva, pero no tuvo otra opción más que inyectarse esa dosis. Al sentir el primer efecto, exclamó “¡está bien buena!”. Inmediatamente cayó al piso. Andrea preguntó al proveedor si lo que le había vendido tenía fentanilo y él respondió que no sabía.

Ambos intentaron revivirlo; uno de los métodos más comunes es inducir dolor dando tablazos en los pies, cachetadas, poniendo hielo en genitales e inyectando agua con sal de forma intramuscular, pero Elías no reaccionó. Entonces Andrea corrió por naloxona (medicamento que bloquea los efectos del opioide en los receptores del cerebro y permite que las personas vuelvan a respirar) y se la inyectó. Afortunadamente logró salvarle la vida.

El resultado fue contundente: la gente estaba siendo expuesta al fentanilo sin saberlo.

Elías se adaptó rápidamente al efecto del fentanilo. Andrea relata que ahí empezó la pesadilla: “Él me dijo ‘ya valió madres, no me hace nada la chiva’, entonces yo le dije ‘si te quieres meter fentanilo, es tu decisión’. Buscamos chiva en todas partes y no había, sólo fentanilo”.

La población ha aprendido, gracias a los programas de reducción de daños de las ONGs y a sus propios conocimientos y formas de gestionar los riesgos, algunas estrategias para no caer en sobredosis: tratan de no estar solos al momento de inyectarse, administran la dosis y, cuando pueden, usan una cantidad menor, muchos ahora saben testear sus curas y revertir una sobredosis.

Andrea tiene 33 años. Estudió hasta tercero de primaria, es comerciante, vende cosas de limpieza. La muerte de su papá y la violencia que su padrastro ejerció sobre ella y sus hermanas, la llevaron a tomar la decisión de huir de casa a los 10 años, momento en el que empezó a consumir cristal, y sólo pudo parar cuando se embarazó de su primer hijo a los 16 años. Tras la muerte de Elías decidió vivir con su mamá y dos de sus cuatro hijos, en Mexicali. Quiere dejar de consumir cristal, pero sabe que será poco a poco. Le ha salvado la vida a 75 personas con naloxona, las lleva contadas, y constantemente acude a Verter por este medicamento. “Veía mucha gente que se estaba doblando en la calle y pues los miraba y no los podía dejar así y pues ya los ayudaba […] así fue como poco a poquito iba aprendiendo. Ustedes [miembros de la ONG Verter] me dieron un frasco y me dijeron cómo lo podía aplicar”.

El consumo de fentanilo nos convoca a hablar en casa, en las escuelas y en las instituciones para promover políticas públicas de prevención universal a la población general y de atención específica a los grupos en alto riesgo. Es impostergable solidarizarnos, hoy más que nunca, con las comunidades que lo están consumiendo desde el pleno respeto a sus derechos humanos, la empatía, la no estigmatización ni criminalización.

Clara Fleiz Bautista

Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz

  1. Drogas emergentes y adulterantes en la frontera norte: De la detección a la intervención comunitaria. Proyecto de Investigación en curso financiado por Conahcyt, 2023. Responsable Técnico: Clara Fleiz Bautista.
  2. Fleiz, C., Domínguez, M., Villatoro, J. A., Sánchez, R., Reséndiz, E., Vázquez, F. y Medina-Mora, M. E (2019). Cuqueando la Chiva: Contextos del consumo de heroína en la frontera norte de México. INPRFM.
  3. Fleiz, C., Arredondo, J., Chavez, A., Pacheco, L., Segovia, L. A., Villatoro, J. A., Cruz, S. L., Medina-Mora, M. E. y de la Fuente, J. R. (2020). Fentanyl is used in Mexico’s northern border: current challenges for drug health policies. Addiction, 115(4), 778–781. https://doi.org/10.1111/add.14934
  4. Son poblaciones vulneradas porque viven en la exclusión social y la gran mayoría no tiene acceso a los servicios de salud, educativos, al agua, a una alimentación adecuada y vivienda. Se encuentran en una posición de desventaja respecto al resto de la población y, por ello, su situación es casi imposible de cambiar e incluso puede empeorar. Además de carecer de bienestar social y económico, el emocional es frágil debido a su indefensión e incertidumbre (Valdés M. 2021. Vulnerabilidad social, genealogía del concepto. Gaceta de Antropología, 37(1), 1-12.)
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