contacto@obsidianadigital.mx

Abonar la tierra

Enseñar ciencias desde preescolar es una prioridad en el ámbito global. En el contexto actual es importante empezar a construir seriamente un mundo en paz y sostenible, donde la educación preescolar lleva ventaja sobre las etapas posteriores de enseñanza. Los profesionales de este nivel educativo han desarrollado estrategias con entornos lúdicos y gratos de aprendizaje, donde el juego y la creatividad dominan sobre las prácticas tradicionales que, lamentablemente, inician a mediados de primaria y se instalan por el resto de la educación básica y media superior.

Las ciencias son un campo muy fértil en preescolar ya que, para alumnos de 3 a 6 años, el aprendizaje no solo implica adquirir conocimientos a través del lenguaje, el juego y las expresiones artísticas, sino que también se centra en explorar, investigar y desarrollar la creatividad a partir de la inspección del mundo natural. Estos fundamentos son esenciales para desarrollar conceptos apegados a la realidad que respondan a modelos universales utilizados en el conocimiento científico y aceptados por la comunidad internacional.

Partamos del juego como primer elemento básico de motivación y estimulación de la creatividad. El juego es una necesidad natural y afectiva de las infancias, una vía esencial para explorar el mundo y adquirir conocimientos del entorno. Ya sea en un aula o patio de preescolar, los expertos investigadores y maestros saben que aprender jugando sucede a través de las emociones positivas y del gozo que dan las experiencias sociales y el involucramiento activo.

Aprender implica explorar, investigar y desarrollar la creatividad a partir de la inspección del mundo natural.

Jugar es movimiento y acción, por lo tanto, para los docentes implica idear y diseñar situaciones en las que cada niña y niño tiene un papel a representar o tarea que ejecutar a partir de hechos y observaciones del entorno. Con el juego se logra desarrollar habilidades para la vida, ya que tradicionalmente en la escuela la interacción social se ve muy pronto disminuida y el aprendizaje está mediado por lo individual.

El aprendizaje a través de la socialización se basa en actividades lúdicas intercaladas con otras estrategias como experimentos, escenificación de situaciones, videos breves, canciones, cuentacuentos, etc., que permiten introducir nuevas palabras y fomentar pensamiento creativo e independencia, sin frustración o desagrado. Incluir el juego convierte una estructura de enseñanza en holística, logra interconectar campos del conocimiento y aprovecha todas las expresiones físicas, motrices y lingüísticas que ayudan a los niños a desarrollar una relación positiva con la naturaleza, superando el temor o preocupación por lo desconocido mediante exploraciones directas y exposición al entorno natural.

Como segundo componente en un programa completo de ciencias en edades tempranas, en los últimos años se ha visto que la enseñanza STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas, por sus siglas en inglés) resulta un enfoque innovador para abordar estos temas de una forma integradora. El modelo STEAM se centra igualmente en el estudiante, y establece una correlación directa entre el aprendizaje de la ciencia y la participación de los pequeños en actividades sencillas pero retadoras, como armado de prototipos, descubrir el uso y el funcionamiento de herramientas, entre otras.

Es importante implementar este modelo en edades tempranas para promover habilidades de colaboración y de tipo socioemocional que inviten a solucionar un problema. Por ello combina el aprendizaje basado en proyectos y el aprendizaje basado en problemas, logrando buenos resultados en alumnos de preescolar, a través de actividades altamente interactivas.

Para que se comprenda el alcance de combinar estrategias, cabe destacar que el aprendizaje basado en problemas promueve habilidades de resolución de conflictos y estimula el desarrollo cognitivo con el aprendizaje social, preparando a los alumnos para enfrentar desafíos reales en contextos colaborativos. Con el paso de los años, estos primeros encuentros con la metodología derivan en que, al término de una unidad o secuencia, se incluyan frases clave como: “¿qué te sorprendió de la solución que planteaste?”, “¿qué te hubiera gustado que tuviera adicionalmente?”, y muy importante, el reconocimiento de aprender entre pares: “gracias a tu trabajo he aprendido que…”, frases que en primaria y secundaria funcionan estupendamente.

Abonar la tierra en preescolar implica preparar a las y los pequeños a reconocer la ciencia como una gran plataforma para comprender cómo funciona el mundo, así como apreciar la belleza y la riqueza natural de su país y el valor de su entorno cercano. La Nueva Escuela Mexicana (NEM) y el currículo de educación básica actual se basan en un proyecto de nación necesitado de una urgente transformación, en donde caminen de la mano la paz social, una mayor productividad agrícola e industrial y el cuidado ambiental.

Se debe preparar a los pequeños a reconocer la ciencia como plataforma para comprender cómo funciona el mundo.

Este nuevo paradigma plantea la formación de una ciudadanía con conocimientos para resolver problemas, participar democráticamente, generar opiniones propias, tomar decisiones fundamentadas en asuntos de trascendencia personal y comunitaria. Estas capacidades se han planteado con base en modelos que se han aplicado en diversos sistemas educativos desde las tres últimas décadas del siglo XX.

El enfoque CTS (ciencia, tecnología y sociedad, pionero en el planteamiento de estrategias de tecnología) es la apuesta fuerte del currículo y metodología de la NEM. Para lograr la interdisciplinariedad, atender problemas importantes para la comunidad y fomentar el pensamiento crítico, es necesario desarrollar el pensamiento científico desde temprano, con explicaciones basadas en evidencias empíricas.

Tomando en cuenta los retos del mundo y el futuro sostenible, las diferentes corrientes pedagógicas actuales se centran en formar ciudadanos sensibles y responsables, capaces de enfrentar retos científicos, tecnológicos y sociales con un conocimiento amplio y una actitud colaborativa. Estas habilidades y características se desarrollan desde la infancia, y por tanto, debe darse a la enseñanza de las ciencias en preescolar, el lugar fundamental que merece.

Rosa María Catalá Rodes

Colegio Madrid, A.C.

Mariana Esquivelzeta Rabell

Colegio Madrid, A.C.

Compártelo con tus amigos.
Obsidiana Digital