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Nanociencia “atrapada” en el laboratorio

Nanociencia “atrapada” en el laboratorio

por Emiliano Cassani | Oct 26, 2024 | Amorfo, No. 12 Nanociencias

México, país vibrante y lleno de contrastes, se enfrenta a una paradoja: en sus laboratorios, los científicos tejen sueños de cambio, innovación y soluciones que puedan responder a las profundas heridas que la sociedad padece. Sin embargo, batallan con presupuestos menguantes, y múltiples desafíos.

Durante el sexenio que acaba de concluir, una y otra vez, durante las mañanas en Palacio Nacional se lanzó un dardo directo al corazón de la ciencia mexicana. “No rinden cuentas”, se escuchaba, “viven de los recursos del pueblo sin devolver nada”. Estas palabras resonaron entre la comunidad científica como un eco de desprecio.

La doctora Ana Cecilia Noguez Garrido, ampliamente reconocida en el ámbito de las nanociencias, alza la voz desde su laboratorio en el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En su rostro, que refleja los años de dedicación inquebrantable, se dibuja una mezcla de frustración y esperanza. Ella sabe que México tiene el potencial para ser un país líder en innovación, pero también entiende que, sin el apoyo adecuado, la ciencia no puede avanzar más allá de los experimentos.

Pionera en el estudio de nanopartículas plasmónicas, su trabajo va más allá de lo tangible.

“En los años que llevo dedicándome a las nanociencias, he visto muy pocos esfuerzos por tratar de escalar la investigación que hacemos en el laboratorio hacia una planta piloto, o por que se implemente a un nivel cotidiano”, comenta la doctora Noguez.

Ana Cecilia es física y creadora de nuevas realidades, exploradora en los confines más pequeños de la materia, allí donde la luz y la estructura molecular se entrelazan en una danza imperceptible para el ojo humano. Pionera en el estudio de nanopartículas plasmónicas, su trabajo va más allá de lo tangible.

Las nanociencias podrían ser la llave para muchos de los problemas que enfrentamos como país. El tratamiento del agua, la purificación del aire, y la creación de nuevos materiales que transformen la industria son posibles aplicaciones de los estudios que la doctora Noguez y su equipo han realizado durante años.

En México, durante décadas, la inversión en investigación científica ha sido raquítica. En 2015, el país alcanzó su pico máximo de inversión en ciencia y tecnología, con un 0.55% del Producto Interno Bruto (PIB), porcentaje muy lejano al de los países desarrollados, donde la cifra oscila entre 1.5% y 4.2% del PIB. “Nos han hecho creer que la ciencia es cara”, continúa la doctora Noguez, “pero lo que es realmente costoso es depender de otros países para solucionar nuestros problemas”.

Lo que es realmente costoso es depender de otros países para solucionar nuestros problemas.

Nuestro país no se ha adaptado a las tendencias internacionales para transitar hacía una economía del conocimiento. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2019 el presupuesto ejecutado en investigación y desarrollo por los tres niveles de gobierno (GBARD, por sus siglas en inglés) ascendió al 0.22% del PIB. Esta cifra nos pone muy lejos de los líderes mundiales en este renglón, así como de Corea del Sur (cuyo gobierno gasta casi el 1% del PIB), y de otras economías de la región, como Argentina, con un gasto gubernamental del 0.4% del PIB. Cada año que pasa sin inversión adecuada es un año perdido en la carrera hacia la soberanía tecnológica y científica.

Lo anterior impacta en la cantidad de investigadores públicos en el país. Según la OCDE, hay solo 5 mil 918, equivalentes a 4.7 investigadores por cada 100 mil habitantes, una proporción baja al comparar con economías de tamaño similar, como Chile, que tiene 8.57 investigadores por cada 100 mil habitantes. La inversión pública en ciencia también tiene un sesgo de género: hay 2 mil 81 mujeres (35.1% del total), unas 3.22 investigadoras por cada 100 mil habitantes.

Las investigaciones de la doctora Noguez sobre nanopartículas plasmónicas podrían cambiar el futuro de la farmacología, la electrónica y hasta el tratamiento de aguas residuales. Ella ha logrado, junto a su equipo, entender la interacción de la luz con diferentes nanoestructuras, avance que podría tener implicaciones revolucionarias. Pero este descubrimiento no ha sido aplicado a la vida real.

Esta desconexión entre el laboratorio y la sociedad es uno de los mayores obstáculos que enfrenta la ciencia en México. La doctora Noguez lo explica con gran claridad: “El trecho que nos falta, muchas veces, es la conexión entre la academia, el gobierno y la industria. No hay forma de que esto se vuelva una realidad sin la participación activa del gobierno, porque son productos y sistemas arriesgados”.

La ciencia no es un lujo, es una necesidad.

México es un país con grandes desafíos, y podría beneficiarse enormemente de los avances científicos que se están gestando en sus universidades e institutos de investigación. Pero hace falta un puente que permita conectar esos avances con las necesidades reales del pueblo.

Aun así, los científicos continúan luchando. Siguen adelante con escasos recursos, equipos que a menudo son obsoletos, y una burocracia que ralentiza cada paso. Creen en el poder de la ciencia y saben que, aunque los tiempos sean difíciles, la única forma de avanzar es persistir.

La doctora Noguez, con su vasta experiencia y sus numerosos reconocimientos internacionales, desea que la ciencia en México se convierta en una herramienta para transformar el país. “Es posible, pero necesitamos voluntad política, recursos y, sobre todo, que la sociedad entienda que la ciencia no es un lujo, es una necesidad”.

Y mientras su voz resuena en los pasillos del Instituto de Física de la UNAM, uno no puede evitar sentir una mezcla de admiración y tristeza, porque en ese laboratorio lleno de gráficos, fórmulas y equipos especializados hay un mundo de posibilidades esperando ser liberado.

El futuro de México depende de su capacidad para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Pero, ¿estamos dispuestos a apostar por la ciencia? ¿Estamos listos para dejar de ver la investigación como un gasto y comenzar a verla como una inversión? Las respuestas, al igual que los avances científicos de la doctora Noguez, están ahí. Solo falta la decisión de escucharlas.

Emiliano Cassani
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