El descubrimiento, en 1953, de la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN), molécula que compone nuestro material genético, impulsó la tecnología del ADN recombinante o ingeniería genética, que permite modificar la información genética de un organismo para crear uno distinto llamado organismo genéticamente modificado (OGM). Entre ellos destacan los organismos transgénicos, cuyo genoma se altera con genes de otras especies, y los editados genéticamente, en los cuales se eliminan, insertan o modifican segmentos cortos del ADN.
Avances y beneficios
La ingeniería genética ha elevado el valor estratégico y económico de la diversidad genética, ampliando su uso en diversos sectores. En el ámbito médico, las bacterias y levaduras genéticamente modificadas son cruciales para producir medicamentos y proteínas terapéuticas, como la insulina y la hormona de crecimiento humano.
En el sector agropecuario se han desarrollado cultivos transgénicos con mejoras que incluyen mayor resistencia a plagas y enfermedades, tolerancia a condiciones adversas como sequías o suelos salinos, y enriquecimiento nutricional. En animales de granja se han mejorado la calidad de la carne, la composición de la leche o la producción de lana, y se ha conferido resistencia a enfermedades. Las modificaciones genéticas en animales destinados al consumo humano ofrecen perspectivas prometedoras, pero aún no se han comercializado.
En la industria de alimentos, los OGMs permiten conferir características específicas como la mejora del sabor o la prolongación de la vida útil, favoreciendo la eficiencia y la disponibilidad alimentaria. En otras industrias se utilizan para degradar contaminantes en suelos y aguas, o para elaborar diversos productos químicos, bioplásticos y biocombustibles, contribuyendo así a prácticas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Los beneficios son evidentes.
Esta avanzada tecnología permite modificar la información genética de un organismo.
Retos y posibles riesgos
El uso de los OGMs plantea desafíos éticos y cuestionamientos sobre su seguridad a largo plazo en la salud humana y el medio ambiente. Uno de los aspectos más debatidos es la posible transferencia de genes introducidos en OGMs a especies silvestres, con consecuencias imprevistas en los ecosistemas. Además preocupa que los cultivos transgénicos diseñados para resistir plagas puedan afectar a insectos no objetivos, incluyendo polinizadores.
La adopción generalizada de ciertos cultivos transgénicos podría resultar en monocultivos, aumentando la vulnerabilidad a enfermedades y reduciendo la biodiversidad regional. La preocupación por la contaminación genética y la dependencia de semillas patentadas afecta a agricultores. El desarrollo de resistencia en plagas debido al uso excesivo de OGMs es otro desafío.
Hay una inquietud adicional: numerosos estudios respaldan la seguridad de los OGMs para consumo humano, pero podrían surgir efectos a largo plazo aún desconocidos. La inclusión de genes de resistencia a antibióticos en ciertos métodos de ingeniería genética suscita preocupaciones acerca de la potencial transferencia de esta resistencia a bacterias patógenas, lo cual podría tener implicaciones para la salud.
Los debates sobre los OGMs son complejos. La falta de consenso entre científicos y sociedad genera controversias. Por ello es crucial abordar cuidadosamente las implicaciones éticas, sociales y ambientales, para un desarrollo responsable de esta tecnología, minimizando los riesgos potenciales.
Los beneficios son evidentes, pero el uso de OGMs plantea desafíos a largo plazo.
Es hora de regular
Al igual que otras tecnologías, las biotecnologías tienen riesgos inherentes, por lo que la legislación de cada país debe regular sus actividades para proteger la salud humana, animal y vegetal, así como el medio ambiente. En este sentido, surgió en las últimas décadas el concepto de bioseguridad de OGMs.
Las leyes de bioseguridad establecen los procedimientos para solicitar permisos para el uso y la explotación de OGMs. La normativa se dirige hacia la evaluación de posibles riesgos para garantizar la preservación de la bioseguridad. Es crucial que estas evaluaciones se respalden en evidencia y argumentos científicos, ya que han surgido restricciones y prohibiciones basadas en ideologías. Tras una evaluación respaldada científicamente, los permisos deben otorgarse si el resultado indica que el producto biotecnológico no supone un riesgo.
La intensidad con la que se aborda legalmente este proceso de evaluación varía, lo cual genera leyes permisivas, preventivas y hasta prohibitivas. Los Estados Unidos de América tienen una visión liberal-permisiva. La Unión Europea cuenta con un orden jurídico restrictivo-preventivo. Hay países que prohíben el uso de OGMs, como Ecuador y Bolivia.
La comunidad internacional, a través del Convenio de la Diversidad Biológica, ha adoptado el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad en Biotecnología, que se enfoca en el movimiento transfronterizo de organismos vivos modificados. En este Protocolo destaca el Acuerdo Fundamentado Previo, procedimiento que regula cómo pueden llevarse a cabo las importaciones y exportaciones de OGMs entre países.
Las evaluaciones de riesgo son muy costosas, lo que limita a grupos de investigación públicos.
México, biotecnologías e ideologías
En nuestro país, el debate ha transitado desde las cámaras de legisladores hasta el Gobierno federal, involucrando a los jueces del Poder Judicial. En el año 2005 se publicó la Ley de Bioseguridad de OGMs, la cual contiene los instrumentos jurídicos para su liberación, distribución y comercialización. Podríamos asegurar que esta ley incluye más elementos preventivos que liberales, pero deja las evaluaciones de riesgo al arbitrio de la ciencia.
La Ley establece un proceso gradual para liberar OGMs al medio ambiente, basado en el principio “paso a paso”. Si las evaluaciones de riesgo son favorables, se autoriza la liberación experimental. El éxito lleva a una liberación piloto y, si se aprueba, a una comercial. Sin embargo, estas evaluaciones son muy costosas, lo que limita que grupos de investigación públicos puedan solicitar permisos de liberación, dejando esta posibilidad en manos de las grandes empresas.
Otro problema que enfrenta la ciencia en México es la política que emana del Gobierno federal, particularmente del sexenio pasado, en el cual una fobia inexplicable hacia la biotecnología moderna rezagó significativamente a este importante sector.
La prohibición de OGMs, como el maíz transgénico, se hace al margen de la Ley y con base en ideologías, lo cual puede resultar en rezagos y afectar negativamente el desarrollo científico local, además de aumentar la dependencia de biotecnologías extranjeras. ¿Hacia dónde se dirige México?
Fuentes
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