Cuando hablamos de ciencias sociales, ¿de qué hablamos? ¿Y cuando hablamos de género? ¿Qué diferencia hay entre las ciencias sociales y las mujeres, como campo de estudio, y las ciencias sociales vistas desde la teoría de género?
Las ciencias sociales, nos dice Jorge Cadena Roa (2022), son las ciencias de la administración de todo tipo: la antropología; las ciencias jurídicas; la ciencia política; la comunicación; la demografía; la economía; la historia; la psicología social; las relaciones internacionales y la sociología. Según este académico, las ciencias sociales ayudan a explicar —no a justificar— y a entender los fenómenos de la vida social e, incluso, a anticipar ciertos procesos o devenires de fenómenos que, a veces, solo se perciben a través de ciertos desarrollos teóricos. Ya nos dijo Bourdieu (2012; 2020) que la realidad es esto que vemos y que llamamos realidad objetiva, pero que está incompleta si no le sumamos todas las dinámicas subjetivas, las interrelaciones que se tejen en lo social.
Las ciencias sociales tienen mucho que recibir del aporte de la teoría de género.
Si el punto común de lo social es el sujeto en su relación con otros sujetos, con el entorno y todo lo que de ello deviene, y si consideramos que el sujeto no es universal y masculino, sino generalizado, las ciencias sociales tienen, en efecto, mucho que recibir del aporte de la teoría de género.
Según la historiadora feminista americana, Joan Scott (1996), en sus orígenes, el término género realmente quería designar a las mujeres, darles visibilidad: esta mención traería nuevos temas de investigación y forzaría a una reconsideración crítica de las premisas y normas de la academia existente. La perspectiva feminista (y de las mujeres en la academia) traería una redefinición de las nociones tradicionales de cómo crear conocimiento y sus significados, pero también comenzaría a dar lugar a aquello que es fundamental en la metodología feminista en la investigación: incluir la experiencia personal (el punto de partida, ¿desde dónde hablo?) y subjetiva, lo mismo que en las actividades públicas y políticas.
En sus orígenes, el término género realmente quería designar a las mujeres, darles visibilidad.
Otro elemento fundamental que aporta a la investigación social esta nueva mirada es el compromiso sobre el relato de la opresión que, según Scott, debe producirse considerando al menos: género, raza, clase social, así como el análisis del significado y naturaleza de la opresión. Por otro lado, pero como consecuencia de lo anterior, la comprensión académica de que las desigualdades del poder están organizadas en al menos esos tres ejes.
En la acepción más simple, género aparece como sinónimo de mujer, sin embargo, esta sola idea (cuerpo de mujer) no da cuenta de la desigualdad ni habla del poder, ni nombra a quienes no lo tienen. El concepto de género, continúa Scott, sirve para mantener la idea de que los mundos (hombres y mujeres), aunque se puedan estudiar de manera separada, se incluyen en la realidad, y funcionan de manera relacional, designando las relaciones sociales entre sexos.
Existen desigualdades que se producen y reproducen sin cesar, entre hombres y mujeres.
El género es un concepto que denota las construcciones culturales: la creación social de las ideas sobre los roles apropiados y atribuidos para mujeres y hombres, y es una forma útil de referirse sobre los orígenes exclusivamente sociales de las identidades subjetivas de hombres y mujeres.
El vínculo entre ciencias sociales y la teoría de género, nos permite arrojar luz donde la homogeneidad del pretendido sujeto universal, no lo permite. Como hemos visto brevemente con Bourdieu (2000; 2012) y Scott (1996), el análisis de lo social a través de esta perspectiva exige el análisis de las desigualdades que se producen y reproducen sin cesar, entre hombres y mujeres. Estas desigualdades estructuran un orden jerárquico que a su vez estructura la cultura, naturalizando lo que es producto de la actividad humana.
Discernir estas desigualdades y develar las diferentes formas de opresión constituye la gran oportunidad del científico social.
Develar las diferentes formas de opresión constituye la gran oportunidad del científico social.
Bibliografía
Bourdieu, P. (2000). Cosas Dichas. Gedisa.
Bourdieu, P. (2012). Bosquejo una Teoría de la Práctica. Prometeo Libros.
Cadena Roa, J. (Coord.). (2021). Presentación. En Las ciencias sociales y el coronavirus. (1.a ed.). Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM. https://ru.ceiich.unam.mx/handle/123456789/3778Scott Wallach, J. (1996). El género: una categoría útil para el análisis histórico. En El género: la construcción cultural de la diferencia sexual (1.a ed., pp. 265-303). PUEG-UNAM.